24 de julio de 2008

Un acto de justicia que mitiga el dolor

Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan.


Las agrupaciones de izquierda y de derechos humanos fueron "decorando" las inmediaciones de los tribunales federales desde temprano. Los integrantes de la agrupación H.I.J.O.S colgaron banderines, con las fotos de desaparecidos, que cruzaban las calles laterales de los tribunales.

Un cartel con la figura de un preso sin rostro, rodeada de la cara de los represores que eran juzgados en el interior de la sala del Tribunal Federal Nº 1, servía de telón de fondo a todos los que se sacaban una fotografía.

Mientras los presentes escribían frases en un pañuelo blanco gigante, que luego sería cortado y entregado en forma de "souvenir", una murga le daba un tono festivo a una jornada que empezó con un sol radiante y que una voz que salía a través de un megáfono, la tildaba de “histórica”.

Los cánticos de las cinco mil personas soló cedieron ante las bombas de estruendo que sonaron cuando los cuatro televisores, ubicados en el exterior del edificio, mostraban a Luciano Benjamín Menéndez entrando a la sala de audiencia, seguido de los otros siete represores acusados. La condena a cadena perpetua reavivó la alegría que reinó durante todo el día y encontró su punto cúlmine cuando el presidente del tribunal, Jaime Diaz Gavier, informaba que “se revocava la prisón domiciliaria y se ordenaba el alojamiento en una cárcel común”.

Leída la sentencia, en el interior de una sala de audiencia tan colmada de "oportunistas" que no hubo lugar para muchas de las "madres", que lucharon por 31 años, fue imposible para Sonia torres, titular de Abuela de Plaza de Mayo filial Córdoba, contener la alegría y las lágrimas, pero no le impidió decir: “lo logramos”. Una vez mas tranquila agregó que ese logro fue entre “todos”.

El fallo dejó satisfecho a los presentes en la sala de audiencia. Sin embargo, Estela Carlotto, titular de Abuelas de Plaza Mayo aclaró que cuando a “uno le matan un hijo, le queda una herida que no se cierra” pero agregó que “el acto de justicia” que acababa de presenciar le ayuda a “mitiga el dolor” y da mas fuerza para seguir luchando. Luego, destacó el “coraje” del tribunal porque “no es común cinco cadenas perpetuas en un fallo”.

Las fotos en blanco y negro, de los desaparecidos, recuperaron el color perdido en los años en los que se pensaba en construir un país diferente. Ese que ahora les devolvía la posibilidad de pensar que la justicia existe.




Imagen: fotomontaje realizado por Martín Cardo para la contratapa del Comercio y Justicia.


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